“Las buenas relaciones interpersonales nos hacen más felices y saludables”. Esa es la conclusión del Estudio de Desarrollo de Adultos de Harvard, que se realizó durante más de 75 años, para rastrear la vida de 724 hombres en todos sus aspectos.
Allí se evidenció que las conexiones sociales nos hacen bien y, por ende, que experimentar soledad puede afectar nuestra salud.
Hoy en día, no hay duda del papel que desempeñan las relaciones sociales en la felicidad humana. Pero no importa tanto la cantidad de personas con las que conectas, sino la calidad de esa relación.
Un factor esencial para que esas relaciones sean positivas y enriquecedoras, es la capacidad de manejar la asertividad.
Pero ser asertivo va mucho más allá de “hacerse respetar” y “aprender a decir no”. Aquí conocerás lo que significa realmente y cómo aplicar esta habilidad para que se convierta en una vitamina de tus relaciones interpersonales.
Huyendo de los extremos
Ser una persona asertiva supone la capacidad de expresar directamente tus sentimientos, deseos, sugerencias, opiniones y derechos.
La forma en la que esto se hace, marca la diferencia. Suele ser de manera honesta, sin manipular, amenazar o transgredir los derechos de los demás, ni tus propias necesidades.
La asertividad supone 4 habilidades básicas: capacidad de decir no o de establecer límites, habilidad de pedir favores y hacer peticiones, facilidad de expresar sentimientos positivos y negativos y posibilidad de iniciar, mantener y cerrar conversaciones.
Al adoptar una actitud asertiva, consolidas la autoestima, ganas el respeto de los demás y aprendes a regular tus emociones. Esto se traducirá en la mejora de tus habilidades sociales y de tus redes de contacto.
Además, se ha evidenciado que esta habilidad puede ayudar a controlar el estrés y la ira, además de beneficiar tu autoestima y seguridad en ti mismo.
Para comprender la asertividad, es útil diferenciarla de otras dos posturas que pudiéramos estar adoptando al momento de comunicarnos: la pasiva y la agresiva.
El estilo pasivo se caracteriza por la subordinación, el sometimiento, la dependencia de los demás. Es cuando tendemos a adaptarnos excesivamente a las reglas externas o deseos de los demás, sin tener en cuenta a nosotros mismos.
El estilo agresivo consiste en sobrevalorar nuestra opinión, sentimiento e intereses personales sin tener en cuenta los de los demás. Pudiéramos incluso llegar al extremo de ser hostiles o violentos.
Un modelo armónico de asertividad
En ocasiones, la persona asertiva suele confundirse con alguien avasallante y de discusión tenaz. Pero lo cierto es que la asertividad tiende más hacia la ecuanimidad, la serenidad, la seguridad, así como hacia la empatía y la escucha activa.
No es convencer al otro, ni imponerse.
Tampoco es decir lo que piensas sin “filtros”. Es comprender tus necesidades, manejar de manera responsable tus emociones y conectarte con los demás al manifestarlas.
Para diseñar un mensaje asertivo puedes seguir estos pasos:
- Observa y describe los hechos con claridad, sin juicios de valor.
- Identifica y expresa tus sentimientos al respecto. Es muy importante hablar de ti, no de la actitud ni los sentimientos del otro, pues solo serán tus interpretaciones.
- Pregúntate qué quieres o esperas de la otra persona y expresa con claridad tu petición, opinión o necesidad. Procura ser lo más específico y concreto posible, sin dejar a dobles interpretaciones ni esperando que el otro practique la telepatía.
- Refuerza la consecuencia positiva de cumplir esa petición o satisfacer esa necesidad. Igualmente, hablando de ti, no del otro.
Mensaje modelo con los 4 pasos para la asertividad
“Desde hace meses no coincidimos a comer juntos en la semana (paso 1) y eso me entristece porque siento que nos estamos alejando en medio de la rutina (paso 2). Me gustaría que pudiéramos pasar más tiempo juntos, ¿vamos al cine este sábado? (paso 3) Me sentiré mucho mejor si hacemos algo diferente este fin de semana (paso 4)”
Aprendiendo a ser asertivos
No parece algo muy sencillo, en especial cuando hay emociones fuertes involucradas. Pero lo importante es que la asertividad puede aprenderse.
Para ello, es clave que seas consciente de tus pensamientos antes de responder.
Los pensamientos son los desencadenantes de tus emociones y tus comportamientos. Al reconocer esos tres factores: pensamiento, emoción y comportamiento, podrás regularlos e ir adaptándolos al modelo asertivo.
10 recomendaciones para evitar los extremos
- “Siempre”, “Nunca”, “Todo”… son generalizaciones que debes evitar, pues le quitarán precisión al mensaje.
- Intenta no sobredimensionar etiquetando al otro por una conducta o reacción que tuvo. Eso aplica también para ti. Ni tú, ni el otro son descuidados por haber olvidado comprar algo en el mercado.
- Respeta la opinión del otro y procura no imponer la tuya. Recuerda que cada quien tiene experiencias e interpretaciones diferentes, por ello no es extraño que piensen distinto.
- No es el momento de practicar la telepatía, así que no esperes que la otra persona sepa lo que sientes o piensas. Tampoco intentes adivinar su posición ni predecir su reacción.
- Habla de tí, no del otro. La clave es hablar con frases que tengan el yo como referencia y evitar el “tú” acusador. No es lo mismo decir “Me has tratado mal” a “Me siento mal por la manera en que me respondiste”.
- Describe tu emoción, pues permitirá que el otro empatice y sea más receptivo. Recuerda que las emociones son contagiosas.
- Toma conciencia de tu lenguaje corporal. Transmitimos mensajes también de manera no verbal, por lo que podemos reforzar lo que estamos diciendo o quitarle sentido. Lo ideal es que se adopte una expresión facial y una postura de apertura, pero también erguida y que evidencie seguridad.
- Procura decir lo que quieres en lugar de lo que no quieres. Este es un error frecuente al momento de hacer peticiones, pero es un mensaje confuso que puede desplegar cualquier interpretación.
- Busca el lugar propicio y el momento adecuado, pues esto pudiera influir no solo en tu estilo sino en la eficacia de tu mensaje.
- Recuerda tu objetivo. En medio de la conversación puedes empezar a justificar tus emociones o a tomar responsabilidades que no te corresponden. Mientras más conciso y directo mejor, para evitar que la intención se diluya entre tantas palabras.
Tomar una actitud asertiva es clave para fortalecer nuestras habilidades sociales. Por ende, nos permitirá fortalecer las relaciones con amigos y familiares.
Pero también considérala como un factor clave en el mundo laboral y en nuestra vida en sociedad. Te ayudará a mantener la armonía con todos, más allá del afecto o la cercanía que puedas tener con esa persona.
Ahora que conoces su paso a paso y sus beneficios, queda que practiques, practiques y practiques.
¿Has salido de una situación dificil gracias a la asertividad? ¡Queremos que nos cuentes!